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ÁNGEL CARRAQUER «EL DISEÑO INDUSTRIAL ERA UNA CARRERA QUE NO SE ACABABA DE ENTENDER»

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Forma parte de la primera hornada de la generación Y o también llamados millennials, y como no podía ser menos la tecnología ha marcado su trayectoria. Ángel Carrasquer (Belver de Cinca, 1983) disfrutó de una infancia tranquila junto a su familia en su localidad natal, donde realizó sus primeros estudios que continuó en Monzón, y en aquella época en su casa “había un único ordenador, compartido y siempre había problemas para mantener la conexión”. En la actualidad, junto a su socio está al frente de 2S Consulting y como tantos otros de su generación, ya no concibe la vida sin estar conectado.

De niño jugaba con los mecanos y en su adolescencia, filosofaba con amigos con los que hablaba de “cambiar el mundo y hacer llegar recursos a las personas que no los tienen”.

Después estudió Diseño Industrial, “una carrera que no se acababa de entender en ese momento”, que le llevó a trasladarse a Castellón y detalla que “en esos años sólo se podía cursar en dos universidades públicas y un centro privado” y por estar ubicada en esta ciudad, y apunta, “se tocaba mucho el tema de muebles”.

Inicialmente valoró “estudiar arquitectura o alguna ingeniería”, pero en unas jornadas de orientación valoraron sus capacidades y le hablaron de la carrera, que casualmente, “ya estaba estudiando otro chico de Belver” y lo tuvo claro.

Reconoce que salir del entorno en el que había pasado sus primeros 18 años le sentó “muy bien” ya que además de “disfrutar mucho” fue también “una gran experiencia” que le permitió “ampliar la capacidad de miras”. Un periodo en el que se fraguó su interés “por la parte digital” pero también tuvo tiempo de “conocer otros campos”.

Más tarde descubrió su parte “artística” junto a Eduardo Cajal a quién acompañó a Arco mientras hacia con él prácticas y preparaba el TFG (trabajo fin de grado), y en ese momento “él era lo más parecido a un diseñador industrial en la provincia de Huesca”.

Durante mucho tiempo se sintió como “un rara avis”, ya que laboralmente no terminaba de encontrar un sitio en el que encajar. De hecho, matiza, cuando terminó los estudios “no había un colegio propio”, no se les consideraba “ni ingenieros ni diseñadores gráficos” e incluso “había dudas sobre las competencias”.

Tras un tiempo “vendiendo muebles”, conoció al que hoy es su socio, José Manuel Pérez, y empezaron a colaborar. Ángel asumió la parte del diseño y su compañero se encargaba de la programación.

Desde ese momento, afirma, se metió “de lleno en lo digital” y reconoce que es lo que más le motiva. También se considera “un ingeniero de letras” que decidió seguir estudiando para ampliar conocimientos.

En la actualidad 2S Consulting, la empresa de ambos, ha seguido creciendo y cuentan con “dos sedes, una en Binéfar y otra en Huesca, en el parque tecnológico Walqa”.

La mayoría de sus empleados está con teletrabajo y en determinados proyectos, detalla, han llegado a tener “hasta 100 personas colaborando con la empresa”.

Aunque su filosofía “nunca ha sido ser una gran empresa”, admite que han crecido muy rápido y considera que se debe a que “cuando no se entendía Google pero todo el mundo quería sumarse al boom de las punto com, es decir tener una página web” tanto el como su socio vieron “el potencial y la importancia del posicionamiento”. Y reconoce que “hay mucha competencia” si bien pone en valor su punto fuerte “la importancia de conocer bien las herramientas y estar a la vanguardia de en las nuevas tecnologías”.

Ángel tiene además una segunda ocupación, desde hace 13 años es profesor en el ITA e imparte clases en el Grado de Diseño Industrial, una faceta profesional que tiene ventajas añadidas. “Es un marco que te permite investigar y que resulta muy interesante, también se generan sinergías y facilita el poder estar en activo y a la vanguardia”.

Resalta lo mucho que le aporta “trabajar con los jóvenes, con personas que tienen otra forma de ver la vida, en última instancia es algo que ayuda a abrir miras” y al mismo tiempo, apostilla, le permite despejarse y “olvidarse de la empresa”.

En Huesca se siente muy cómo, es la ciudad en la que se ha asentado, y el hecho de estar en Walqa es para él un valor añadido, ya que argumenta, “permite la movilidad del personal y que es un sitio que permite crear sinergías”. Su socio, en cambio, continúa en Binéfar, donde nació la colaboración entre ambos.

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